La poción
-Remena, remena, que esta poción no se hace sola.
-Ay, Brujota, que sola estás aquí en lo alto de la vida.
Aquellos aquelarres eternos de diversión desmedida a la luz de la luna.
Los pies sangrantes y desnudos saltando alegres en la hoguera.
Ay, Brujota, que sola estás aquí en lo alto de la vida.
-Remena, remena, que esta poción no se hace sola.
-Ay, Brujita, ¿dónde quedó la inocencia?
Seguramente atrapada en un hechizo nigromante.
O en una lucha desigual con el amorde poderes ajenos y perniciosos.
Ay, Brujita, ¿dónde quedó la inocencia?
-Remena, remena, que esta poción no se hace sola.
-Ay, Brujilda, que triste estás en el lecho frío y ausente.
Aquellas manos silenciosas y apasionadas.
Las caricias de piel sudorosa y lasciva.
Ay, Brujilda, que triste estás en el lecho frío y ausente.
-Remena, remena, que esta poción no se hace sola.
-Ay, Bruja, que melancolía tan rara te recorre por las venas.
Ese sopor cariñoso de las jornadas rutinarias.
Los ecos de las risas y gritos del vientre retumbando en la cueva.
Ay, Bruja, que melancolía tan rara te recorre por las venas.
-Remena, remena, que esta poción no se hace sola.
-Ay, Brujota, que sola, triste y melancólica te has puesto esperando a que hierva la mezcla.
Deja tus egos bailar en la telaraña de los recuerdos y sigue atenta a lo que estás.
Que el agua pura limpie la tierra negra.
Que el fuego salvaje avive la brisa tímida.
Que la esencia del mal más pernicioso y sibilino existente se haga real.
Que todo lo invada.
Que mueran hombres y dragones.
Que solo quedemos nosotras, las de la fuerza brava. Las doncellas, madres y ancianas.
Que este mundo desigual arda, estalle, que nada sea igual.
Que la guerra llame a las puertas de los grandes señores, que los mate a todos por igual.
Que las brujas seamos las dueñas de nuevo, y que la que fue nuestra guía nos devuelva nuestra identidad.
-Remena, remena, que esta poción no se hace sola.
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