Tres cuervos y un corazón

Una de las cosas que más me cuesta es mostrar mis escritos sin tapujos, hace un tiempo atrás tuve un blog dónde compartí mis bocetos y mis primeros pasos como escritora. 

Ahora con un libro en el mercado, -cuña publicitaria- por si no te has enterado he publicado una novela de fantasía épica titulada Defensores de Dragones, puedes adquirirla en Amazon o aquí mismo en este blog, cosa que además de mi cariño eterno, la tendrás dedi🐲cada por mí. 

Sigo con lo de antes.. Ahora con un libro en el mercado, creo de vital importancia que vosotras, las personas que no sabéis si os puede gustar mi imaginario, tengáis un lugar para encontrarme y podáis valorar mi escritura y apostar por mis libros (con eso quiero decir comprar. Y sí, tengo cuatro más en espera).  Con este objetivo voy a publicar un relato cada principio de mes.

Para estrenar esta nueva sección, hoy comparto con vosotras, personas que os gusta la literatura fantástica o no, un relato que escribí en el taller de álbum ilustrado impartido por Eva Mejuto el año pasado. En este relato debíamos trabajar los cuentos llamados de formula o acumulativos, donde se van repitiendo estructuras y con un final sorprendente.

Una vez lo terminé, tuve muy claro que tenía que dedicarselo a mi buena amiga-veciña Patricia, otra amante de los cuervos y los corazones rotos. 

Por supuesto, la ilustración de la portada es de Víctor Rivas.

Espero que os guste.


 
TRES CUERVOS Y UN CORAZÓN
Tres cuervos de alas de noche eterna vuelan sobre el valle. Son viajeros del tiempo y el espacio. Unos aventureros. Les encanta comer corazones tiernos con una pizca de tristeza, un poquito de frustración y muchas lágrimas no vertidas.

Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para desayunar!


En la lontananza, los tres cuervos ven a una niña tumbada en un pasto, apacentando sus ovejas. La pequeña sueña con dragones, magia y conocer a su amor verdadero.
Busca, observando las nubes, señales de un futuro prometedor.
Uno de los cuervos, el más glotón, comenta a sus hermanos:
Esa niña parece tener un corazón tierno.
El cuervo más sensato le responde:
No creo que esté todavía hecho. Recuerda, los corazones jóvenes son demasiado dulces, parecidos a un merengue.
Pero el cuervo sibarita murmura:
Aunque algunas niñas albergan un deje de tristeza en sus corazones, un toque exquisito.


Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para desayunar!

El cuervo glotón, sin hacer caso a las indicaciones de su hermano sensato, se acerca a la pequeña. Con el puntiagudo pico le da unos golpecitos en el pecho. Clonck, Clonck.
Oye como se resquebraja, un poco, la coraza del corazón de la niña.
Consigue con delicadeza hacerle un agujerito y succiona una pizca de corazón.
El cuervo glotón al catarlo se lamenta:
¡Puaj! Está demasiado dulce.
Sin embargo, el cuervo sibarita pregunta:
¿Y no tiene algo de tristeza para contrarrestar el dulzor?
A lo que el cuervo sensato dictamina: 
Hermanos, dejémosla, necesita tiempo. Los corazones dulces siempre terminan siendo sabrosos.

Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para desayunar!


Los tres cuervos de alas de noche eterna vuelan de nuevo sobre el valle. Al ser viajeros del tiempo y el espacio, les gusta regresar y comprobar corazones ya catados. Un corazón tierno y dulce de una niña puede convertirse en la juventud en un corazón salado y firme.

Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para desayunar!


En la lontananza, los tres cuervos ven a las ovejas apacentadas en el pasto y a la joven desojando margaritas.
Antes fue una niña soñadora. Ahora, la doncella desea encontrar el amor verdadero en las adulaciones de un galán de tercera.
El cuervo glotón al verla, dice:
Esa joven parece que ha conseguido tener un corazón firme.
A lo que el cuervo más sensato añade:
No creo que esté todavía hecho. Recuerda, los corazones adolescentes son demasiado volubles, como un suflé de limón.
Pero el cuervo sibarita murmura:
Aunque algunas doncellas suelen albergan sueños rotos en sus corazones, un toque exquisito.


Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para desayunar!

El cuervo glotón, sin hacer caso a las indicaciones de su hermano sensato, se acerca a la joven. Con su puntiagudo pico da unos golpecitos en el pecho. Clonck, Clonck.
Oye como la coraza del corazón de la doncella está firme y solida.
Consigue con gran precisión y determinación abrir de nuevo un orificio.
El cuervo muy decidido mordisquea un poco del corazón
Pero el cuervo glotón al saborearlo se lamenta:
¡Puaj! Está demasiado agrio, muchas lágrimas y demasiado amor pueril.
Sin embargo, el cuervo sibarita pregunta:
¿Y no tiene sueños rotos para contrarrestar la acidez?
El cuervo sensato alegando a la paciencia, comenta:
Hermanos, dejémosla, necesita tiempo. Los corazones agrios que antes fueron dulces siempre acaban sabrosos.

Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para desayunar!


Los tres cuervos de alas de noche eterna vuelan sobre el valle. Al ser viajeros del tiempo y el espacio nada les produce más placer que ir tres veces a comprobar corazones ya catados.
Un corazón tierno y demasiado dulce de una niña, convertido en un corazón firme pero un poco acido, se transforma en la madurez, con total seguridad, en un corazón tierno, conteniendo una pizca de tristeza, un poquito de frustración y muchas lágrimas no vertidas.
Esos son los corazones que ansían los cuervos viajeros del tiempo de alas de noche eterna.

Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para desayunar!


En la lontananza, los tres cuervos ven a la mujer apacentando sus ovejas con el ceño fruncido, fue una niña soñadora y una doncella enamorada.
Ahora solo está airada, demasiado desamor, muchos sueños rotos y poca esperanza de encontrarse a sí misma.
El cuervo glotón al verla dice:
Esa mujer parece que ha conseguido tener un corazón consistente.
A lo que el cuervo más sensato responde:
No creo que esté todavía hecho. Recuerda, los corazones maduros son demasiado fuertes, como un cocido de invierno.
Pero el cuervo sibarita murmura:
Aunque algunas mujeres albergan algún resquicio de esperanza en sus corazones, un toque exquisito.


Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para desayunar!

El cuervo glotón, sin hacer caso a las indicaciones de su hermano sensato, se acerca a la mujer.
Con el puntiagudo pico da unos golpecitos en el pecho. Clonck, Clonck.
Comprueba como la coraza del corazón es dura y compacta.
Consigue, con mucha fuerza y tesón, hacerle una brecha. Con ansia da un bocado al corazón.
El cuervo glotón relamiéndose exclama:
¡Ñam! ¡Está delicioso! Contiene desamor, lágrimas no vertidas, melancolía, sueños rotos, y algo de esperanza.
A lo que el cuervo sibarita pregunta:
¿Y no tiene un poco de inocencia para contrarrestar el delicado sabor?
El cuervo sensato murmura:
Hermanos, dejémosla, tal vez si le damos tiempo sepa mejor. Los corazones deliciosos que antes fueron dulces y después ácidos siempre acaban grandes y rebosantes de bondad.

Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para desayunar!


Pero el cuervo glotón no quiere esperar más y grita:
¡No quiero comer bondad!
Y el cuervo sibarita añade:
Tengo hambre y me apetece un poquito de corazón delicioso.
El cuervo sensato, agotado, sentencia:
De acuerdo, comamos.


Los tres cuervos de alas de noche eterna comen con avidez el corazón de la mujer. Ella ajena a los comilones se deja hacer.
Tiene demasiadas tribulaciones en la mente como para preocuparse del corazón.
Además, ella sabe como crear un corazón nuevo, tan solo debe dar caza a tres cuervos de alas de noche eterna, viajeros del tiempo y el espacio, y devorar sus corazones.



Grazna el viento:
¡Corazones tristes
para devorar!



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